miércoles, 1 de abril de 2020

Soleá




La soleá es un cante o palo flamenco, procedente de Andalucía. La soleá comenzó siendo un cante para acompañar al baile desde el siglo XIX. Estos bailes se llamaban “jaleos”, cuando los ejecutaban los hombres y “gelianas”, cuando las bailaban las mujeres, muy populares de Cádiz y Jerez. La primera soleá interpretada de la que se tiene noticia se atribuye a la cantaora gitana María La Andonda. Existen 17 tipos de soleares.
La soleá tiene un tempo lento y pesado, aunque su compás es igual que el de las alegrías y las bulerías, pero con otro carácter. Tiene 12 pulsos, que correspondería al esquema de: 
1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9- 10- 11- 12.

La soleá se desarrolla principalmente en modo frigio; como buena parte de los estilos flamencos, basan su estructura formal en el modelo de: introducción de guitarra, cante de preparación, cante valiente y remate, con las falsetas intercalando las distintas letras.
La soleá es uno de los bailes más emblemáticos del flamenco y, tal y como ocurre en el cante, su ejecución reúne todos y cada uno de los elementos esenciales de la estética bailable del flamenco. Los temas son muy variados: dramáticos, con intención moralizante, alegres, amorosos, vitalistas, tristes, reflexiones, etc.

Actualmente, el baile por soleá es uno de los más ejecutados por los artistas. La soleá puede ser acompañada por una bailaora solista de gran expresividad, puesto que es muy dada al lucimiento de la bailaora, realizando movimientos femeninos con los brazos (braceos) y el cuerpo, acompañados de zapateados. La bailaora llama la atención con el movimiento de sus caderas y cintura, su desplante y su seriedad.
Es el baile más dado a utilizar marcajes, figuras y paseíllos. Sin embargo, en la actualidad, el zapateado y los pateos también juegan un papel importante. Se diferencia de otros palos flamencos en su solemnidad a la hora de interpretarlo y el sentimiento pasa a un primer plano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario