miércoles, 27 de febrero de 2019

Baile chino

El baile chino es una danza ritual originaria del Norte Chico y de la Zona Central de Chile, aproximadamente entre los ríos Limarí y Aconcagua,​ y que hoy alcanza también la zona del Norte Grande.
Consiste en una hermandad de músicos danzantes que expresan su fe a la Virgen y al Niño Dios, entre otros, a través de la música, el canto de coplas y las coreografías (llamadas «mudanzas»).
El baile chino es considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de dicho país al estar incluido en el Inventario Priorizado de Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile, a través del reconocimiento entregado por el «Programa Tesoros Humanos Vivos de Chile» al baile pescador chino de Coquimbo Nº 10 de Andacollo y fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco el 26 de noviembre de 2014.

El origen de esta tradición se remonta al periodo precolombino, época de la «Cultura Aconcagua», ubicado en la zona central de Chile entre los años 900 y 1400,​ quienes fabricaron instrumentos musicales de piedra similares a las flautas o pivilcas actuales empleadas en los bailes chinos. Tras la llegada de los conquistadores españoles, se produjo un efecto de sincretismo con el cristianismo, lo que dio a las danzas rituales algunos elementos con los que cuentan hoy.
​ Desde mediados del siglo XVI, diversos testimonios describen los instrumentos, sonidos y danzas de los bailes chinos,​ que siguieron manifestándose durante la Conquista y la Colonia, demostrando tener rasgos propios dentro de los rituales populares de América que contienen aspectos de la cultura indígena y aportes hispanos.

La primera cofradía moderna de bailes chinos se originó en Andacollo en 1585.​ Las cofradías están encargadas de sacar la imagen de la Virgen del templo y llevarla consigo en la procesión para que encabece la marcha; de esta manera, realiza el recorrido completo y luego es devuelta al templo.


El baile consiste principalmente en un conjunto de 12 a 30 personas que se ordenan de manera jerárquica, dejando en la cabecera a la figura superior, que generalmente es un hombre que tiene bastante trayectoria y mayor edad. Toda la cofradía se organiza para quedar en dos filas, las que bailan mientras tocan sus pivilcas, y que son acompañadas por un tamborcillo. Se baila realizando una serie de saltos, brincando en un pie y luego sobre el otro. El baile comienza en cuclillas y junto con ello la interpretación de las melodías, lo que representa un gran esfuerzo físico para todos los participantes.

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