Los
tres primeros días del mes de enero de cada año, grupos de hombres
enmascarados, denominados huacones, realizan en el centro del pueblo
una serie de danzas coreografiadas. Los huacones representan el
antiguo consejo de ancianos y se convierten en la máxima autoridad
del pueblo mientras dura la huaconada. Ponen de relieve esta función
tanto sus látigos, llamados “tronadores”, como sus máscaras de
narices prominentes que evocan el pico del cóndor, criatura que
representa el espíritu de las montañas sagradas. En la danza
intervienen dos clases de huacones: los ancianos, vestidos con
atuendos tradicionales y portadores de máscaras toscamente
esculpidas que infunden respeto y miedo; y los más jóvenes,
engalanados con indumentarias de colores y portadores de máscaras
más trabajadas que expresan terror, tristeza o burla. Durante la
huaconada, estos últimos realizan una serie de pasos de danza
estrictamente limitados en torno a los ancianos que, debido a su
edad, gozan de una mayor libertad para improvisar movimientos. Una
orquesta toca diversos ritmos al compás de la “tinya”, un
tamboril indígena. La huaconada, que es una síntesis de diversos
elementos andinos y españoles, integra también nuevos elementos
modernos. Sólo pueden ser huacones los hombres de buena conducta y
gran integridad moral. La danza se transmite tradicionalmente de
padres a hijos y los vestidos y las máscaras se heredan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario