Entran primero los trece danzantes a pie, con una sonaja en la mano, ataviados con pantalón oscuro, camisa blanca, un paliacate rojo en la cintura a manera de delantal y sobre la cabeza una corona adornada con flores y espejos. Luego hacen su entrada los caballitos, ataviados con un armazón de carrizo que cubren con una tela y que adornan con espejos de estrellita, bandas de papel crepé o de papel de china, fundas de cojines bordadas, guajes y escobetillas de ixtle, colgando. Lo más atractivo de la indumentaria de esta danza son las cabezas de los caballitos, talladas en madera de madroño o de “quiote” y pintadas al gusto de cada danzante.
Después de los caballitos, entran la mula y el torito llevando sus respectivos capitanes. Éstos marcan las “pisadas”, las vueltas, el trote y el tiempo para cruzar. Los caballitos utilizan una reata para lazar al “viejo”, cuando éste se les acerca con la intención de “robarles” la carga que llevan atrás. El momento más interesante de la danza, es cuando todos los danzantes “caballitos” se toman de la mano, unidos por un machete, y dando vueltas simulan un corral en el que encierran al torito que, para impedirlo, los ataca y trata de salir.
La música está compuesta por varios sones y son interpretados por violín y tambora o violín y guitarra.
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